De su primer libro, inédito, prologaba en 1983 Rafael Conte: Figuras, migraciones,
metamorfosis. Figuras de lo real y de lo concebido, geometrías que llegan del dolor, de la
ausencia, del exilio permanente y sobre todo de la búsqueda… Tres tradiciones -hispánica,
judía y europea- se unen en versos concretos, suavemente condensados, sin violencia y sin
retórica.
El hombre del tiempo
Hay un niño que mira, hombres dignos pero sin agallas, parejas en armas, emigrantes sin retorno posible. Hay en París una buhardilla helada pero feliz, y calor en un teatro esperpéntico. En Montevideo hay copas de aguardiente, un viejo boxeador, un hospital y un aparato registrando el sonido del tiempo. En Ginebra acechan basureros pulcros y sábanas salpicadas de sangre. Hay mujeres rotas. También mujeres enteras y enteramente soñadas. Hay niñas que durante la guerra salvan la vida y pierden su infancia en un escondite. Hay palabras en yidis, en francés, en la jerga de los puertos. Y una escritura ligera al rescate de lo inacabado, de lo imperfecto, de lo roto. Un libro que todo lo devuelve limpio, en colores e íntegro, sin ocultar las cicatrices.