Historias mínimas

“Historias mínimas” es un conjunto de relatos potentes, que se van hilvanando inteligentemente para formar un todo sin fisuras. Se combinan estilos, narraciones en primera persona con otras en tercera, pensamientos íntimos con historias cotidianas, metaliteratura, y microrrelatos numerados que se van intercalando certeramente entre el resto de prosas, concediendo espacios de respiración muy meditados.

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“Historias mínimas” es un conjunto de relatos potentes, que se van hilvanando inteligentemente para formar un todo sin fisuras. Se combinan estilos, narraciones en primera persona con otras en tercera, pensamientos íntimos con historias cotidianas, metaliteratura, y microrrelatos numerados que se van intercalando certeramente entre el resto de prosas, concediendo espacios de respiración muy meditados.
Por estas historias pasean soledades, vacíos, amores incompletos, totales, salvajes. Mundos interiores tormentosos, desesperanza por realidades insoportables, pero también ironía, belleza y poesía, porque la precisión de su prosa no es para nada incompatible con el fondo poético que inunda cada texto.
Cada oración está medida para decir con exactitud justo lo que quiere decir, con lo que logra contar mucho con muy poco, mostrando una asombrosa capacidad para crear frases que parecen incluir mundos y vidas enteras y conseguir que los lectores entremos a formar parte de ellas, viéndonos arrastrados sin posibilidad de remisión. Crea, con esta economía de lenguaje, ambientes, tiempos y luces en los que no tardamos en habitar con la mayor de las complicidades. Hace que vivamos esas realidades que la mayor parte de las veces forman parte de las otras realidades que no vemos, las que están detrás del fino velo de lo aprehensible.
“Historias mínimas” viene a confirmar lo que ya quedaba patente en su debut con “Los bares del diablo”, Natacha G. Mendoza tiene una de las voces propias más potentes y reconocibles del panorama actual del relato, demostrando mucha inteligencia y una enorme sensibilidad, que nos hace ver que, más que de escritora, detrás de su obra hay alma de artista.