Y comeremos perdices
Los relatos de Eduardo hablan de lo que no se habla, saltan más allá del banquete de las perdices del que cojea todo final de cuento. Porque nadie te contó qué fue del príncipe azul tras su casamiento con la bella durmiente de uñas doradas, él nunca había importado en la historia. Nadie te habló de ronquidos, insomnio y desesperación como verdadero colofón de las historias. Y es que las relaciones no son blancas o negras como las pezas de un ajedrez, poseen colorido y desprenden olores difíciles de ocultar.